martes, 2 de julio de 2013

El escádalo de los Juguetes



Los recuerdos de los chiches que tuve son todos gratos. No es que venga de una familia con plata, pero los juguetes que teníamos junto con mis hermanos eran muchos. En épocas de dibujitos tuvimos a todas las tortugas ninjas (extrañamente Donatello tenía un color de piel marrón caca y nunca supe porque), los muñecos de Mortal Kombat que venían en la revista Top Kids, en épocas del 1 a 1 se conseguían buenas imitaciones de los Caballeros del Zodíaco en los "todo por 2$" chinos con armadura y todo. Tuvimos un aro de básquet, un metegol, una ametralladora que lanzaba pelotitas, un disfraz del zorro, la espada del Augurio de Leono, pelotas, Fifa 95, Mecano, Scalectric y de todos siento nostalgia de haber crecido y dejarlos en el abandono. La primera vez que ves Toy Story te dan ganas de llorar y buscar los juguetes que usabas de chico pero ya es tarde, ya creciste. Pero como nos divertíamos...
Lo cierto es que éramos varones. Todos los juguetes de varones están buenos. Te hacen imaginar aventuras, batallas, rescates. Yo una vez metí un sargento de los Corp's (imitación argenta de los GI-Joe) en el frízer adentro de un tapper con agua y lo congelé recreando mi propia versión de la película El Demoledor. Era la imaginación al límite.
Detalle del  genial helicoptero espía que saca fotos y filma.
Y cuando estábamos en la dulce espera y sin saber si era nene o nena, confieso que caí en esa que hacen todos los padres de querer comprar a su hij@ todo lo que te gusta a vos. «Un auto a radio control papi!!! Gracias, SOS EL MEJOR PAPA DEL MUNDO» A mí no me jodan con eso de que los chicos de antes jugaban con un aro y un palito haciéndolo rodar y que eran felices con esas cosas.


Pero salió nena.


Un baño de rolitos al entusiasmo.

Al principio los juguetes son asexuados. Una luna amarilla que tiras de un cordel con forma de estrella y suena el lulababy. Un radiograbador con cara de contento que con cada botón hace un sonido diferente, un gimnasio que tiene colgados animalitos.
Pero lo fulero viene después.
En una juguetería cerca de casa me detuve a ver. Una vidriera chiquita pero llena. Que bosta.
De un lado de la puerta, estaban apiñados los juguetes de varones. Un Max Steel con ala delta, y un helicóptero a radio control que saca fotos y filma en el aire «GUAU PAPA! SOS EL MEJOR PAPA DEL MUNDO!»
Y del otro lado estaban esas lavadoras de cerebro infantiles. Barbies y similares. Alguno vio entre tantas versiones de la blonda cheta y para colmo carísima muñeca exista alguna Barbie policía? Soldado? Bombero? Albañil? No. Y eso que existen cien mil boludas distintas. Barbie fiesta en la playa, Barbie con roller, Barbie con auto convertible rosa, la casa mansión de Barbie y en todas sus versiones es Barbie Burgués que no trabaja de un carajo de nada pero tiene un novio puto que se llama Ken, que tampoco trabaja y que debe de vivir de la guita de los viejos mientras ella le chupa la guita y se va de compras. Una Mariana Nannis.
Elementos lavadores de cerebo y una Barbie compulsiva.
Por otro lado y en otro rincón, algo un poco más humilde pero totalmente cargado de intencionalidad: un set de escobita, secador y palita para jugar a empleada de limpieza. Como puede jugar una nena y desarrollarse con semejante golpe a la creatividad? A qué padre o madre se le llenan los ojos de lágrimas de la alegría cuando ve a su hijita pasar el trapo al comedor? Ese regalo para una nena es lo mismo que regalarle a un nene una boleta de plástico del ABL para jugar a hacer trámites y colas en los bancos. Señores, la única vez que agarrábamos el secador, era para sacarle el palo y jugar a que era un palo ninja. No para baldear.
Otra de las cosas que también dan vergüenza son las baterías de cacerolas y sets de cocinas. Así las nenas pueden jugar a que son Narda Lepes. Bueno, eso no está tan mal si después terminan cocinando bien, pero... Y después existe todo ese universo Disney que sacando lo inocente e infantil de los muñecos del ratón, el pato y el perro, dejan para las nenas vestidos, accesorios y disfraces de las princesitas de sus películas. Todas de la corte real, todas con castillos y coronas. Tiaras con adornos y zapatitos de cristal. Todas se hicieron reinas porque se casaron con un príncipe. Todas trepadoras como Barbie pero en época de señores feudales. De Pocahontas, que es la única que existió y que hizo algo de su vida sin treparse el escroto del amante no hay nada, porque era una india y una negra. Cada vez más enseñanza dejan los juguetes de nena.
Encuentre entre las princesas de Disney a la peronista.
También están cosas más vulgares como una tabla de planchar. Tan incentivadoras como la escoba y la pala. Claramente no tiene término medio todo este aparato juguetero que trabaja en los extremos orientando a las mujeres a ser servidumbre o vividoras sin términos medios.
Después se acaban los juguetes porque a muy temprana edad se las invade con el pensamiento de crear "chicas grandes" y tienen en venta valijas porta cosméticos, espejitos y aros de plástico. Y ellas entonces se maquillan, se colocan uñas postizas y se trenzan el pelo. Ya desde los diez años las jugueterías acompañan a las nenas descubriéndoles esa tercera opción: también pueden crecer en la carrera de gato así pueden pedirle a los papás que le regalen la operación de tetas a los quince y si Dios quiere llegar a hacer teatro después de generar algún escándalo mediático.
Por eso las nenas jamás sabrán lo que es jugar con arena de obra para simular el desierto de Sahara o llenar la pileta de agua y jugar a los piratas. Yo fui muy feliz así y me da mucha pena.
Así que en cuanto se descuide mi mujer, le voy a comprar el helicóptero espía que saca fotos y filma. Total, con un poco de suerte la hago bien varonera y aprende a jugar como Dios manda.



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