miércoles, 23 de enero de 2013

Mudanza indefinida





Hace ya un año y medio que nos entregaron la casa. Con mi mujer nos enamoramos del espacio interior. Yo casi lloro cuando vi el ropero. Con mis hermanos compartiamos entre tres un placard de la mitad de tamaño de este. En general habia mas espacio para todo. Desde el comedor hasta las piezas.

Cientos de velitas decorativas
Con mucho entusiasmo armé las cajas en la casa de mis viejos. La impaciencia de mi vieja llenó primero las cajas con mi ropa, las etiquetó y clasificó. Muchas otras cajas las llené con una gran cantidad de libros y cosas de utilidad como herramientas y algun adorno. Hice un gran sacrificio con poseciones de soltero que le cargo un gran cariño y todavian esperan que las traigan conmigo como mi coleccion de espadas. Pero hay ciertas cosas que no son compatibles con una criatura pronta a llegar.

Sin embargo este no fue un criterio compartido de la pareja.

Mi mujer, que tuvo pieza propia y no tuvo que compartir sus espacios con hermanas, acumuló con los años toneladas de mierda inútil. Pero inútil en serio.


Pilas sulfatadas de vaya saber cuando...
Cuando tuvo que empezar a separar que cosas llevar a nuestro hogar no utilizo otro sistema que volcar cajones y estantes enteros dentro de las cajas como si tirara mierda al rio. Esto se sumio en el mas estrecho secreto y solo su familia sabia, quienes además impulsaban (con motivos que yo mismo aceptaria si no me encontrara en la vereda de enfrente) la moción viendo como se descomprimían de tanto bulto.
Cuando aquellas cajas llegaron a nuestro hogar, fue motivo de discusión que esterilmente resigné. Las cajas se amontonaron en la piecita que destinaba para entonces convertirse en un estudio donde mi mujer trabajaria.

A los días de habitar nuestra vivienda, mis suegros periódicamente nos traían más cajas que mi mujer se habia dejado. Asi fue que lo que se planeó como un estudio se lleño de cajas de cartón que se apilaron hasta el punto de implotar unas sobre otras.

Con el tiempo las cajas empezaron a formar parte del ecosistema de la piecita y la molestia se volvió costumbré.

...y un palo de lluvia que no anda!!! WTF!!!
Hubo un momento donde los exámenes en proceso de corrección y el material para el curso de la secundaria empezo a infestar la mesa del comedor y despues de mucho guerrear conciliamos en comprar un escritorio donde corregir y realizar sus deberes en un punto fijo y no desparramar hojas por doquier.

Para que decir que aquel escritorio sigue virgen hasta el día de hoy...

En la revolución del embarazo a todo aquel basural le comenzó a correr su fecha de caducidad. Habia solo 8 meses máximo para convertir ese desorden en una pieza funcional y obviamente hubo actividad solo en estos últimos 10 días.

Las bibliotecas se mudaron mucho antes obviamente porque tenian cosas mías. Pero las cajas de mi mujer fueron eternas.

- Aca hay un caset viejo - le mostraba un VHS - Que tiene?
-Ah, no se.
-Lo tiro entonces.
-NO!
-Para que lo querés? Si no lo podemos ver con nada.
-Pero por ahí tiene algo importante. Dejalo.

Y ese método llevado a todo en general.



Resultado final: Tetris
Descubrimos retazos de wata de las manualidades, un fasiculo amarillo de clarin del dia de la caida de las torres gemelas, cientos de recortes de goma eva, trabajos practicos olvidados y hasta el peluche que le regale el primer mes de novios muerto de asfixia hace 12 años, y hasta plata!!!!
Lo más indignante fue que trajo a nuestra casa una bolsa entera de cosas que ella habia separado para tirar pero de la paja que le dió trajo todo consigo y esa bolsa permanecio hasta ayer amontonada en la pieza.

-Vos pensá que todo esto que pensás guardar, hace años que tenes archivado y no lo volviste a ver nunca. Para que lo queres guardar?
-Vos no entendes.

"Vos no entendés". Comodín lengüístico para cortar un debate y dejar al rival culpable, minimizado y fundamentalmente errado.


Por gracia de Dios ayer se finalizó la limpieza al 90%. Y digo finalizó porque no se va a limpiar más. Se disfrazó el quilombo al mejor estilo tetris dentro de placares y cajones. Pero hasta acá llegamos. Una victoria amarga sin duda.




Toda esta epopeya del orden comenzó un 20 de septiembre del 2011 y duró 16 meses y 20 días.
Y adivinen la profesión de mi mujer???? TATAN TA TAAAANNN!!!!! Seeeee, docente!!!

La primer nota mental en el manual de crianza de mi hija terminó siendo:
"Desalentar las vocaciones docentes, por lo menos, hasta que viva sola"

martes, 15 de enero de 2013

El gran sacrificio higiénico

Foto real del lugar de los desechos

Todavia no eran las 9 de la mañana y ya una presión importante me decia que fuese llendo al baño a despedir a un amigo del interior.

La verdad es que los baños de acá no son de los más higienicos ni los más cómodos pero después de diez años de visitarlos todos los días, los parametros de exigencia fueron reduciendose hasta niveles bastante desagradables.

De los tres casilleros, solo los últimos dos aprueban según mi criterio. El primero no porque es el mas cerca de la entrada y mi investigación dice que es el mas concurrido por ende mas usado por ende más sucio.
Me dispongo a sentarme y me entero una mala noticia. Acaban de usar este inodoro: la tabla estaba caliente. Puaj. No hay nada mas feo que ser compañero de culo de alguno de mi sector.

Tras la primera horrible sensación, siguió aquella mucho más placentera y se inició aquel ritual matutino. No llevo libros conmigo a diferencia de mi hogar. Saco el celular de mi bolsillo y me distraigo hasta el momento de retirada.

Pero pasé por alto algo sumamente importante.
No quedaba papel.


ATENCION: Lo que sigue puede dañar la sensibilidad y el buen gusto del lector.

Pensé que me estaban jodiendo. Me di hasta el lujo de sacar foto y después en voz alta y a gritos clamé por un rollo de papel. Nada. Pasaron algunos minutos mientras insistía con que me estaban gastando algunos de mis compañeros vengándose de alguna de las mías pero no tuve noticias.

De repente me invadió una vengüenza terrible. Tenia un celular en la mano y no podia usarlo para pedir socorro porque pasaría al podio de los más boludos hasta que muera. Tampoco podía ponerme de pie por miedo a embarrarme desde la cintura hasta las pantorrillas. Yo jamás llevo pañuelos en los bolsillos, pero los revise como si apareciesen si los buscase.

Pero como pude ser tan pelotudo? Como no me avive?

El error mió fue acostumbrarme a cagar siempre a la misma hora. El tipo de la limpieza que pasa cerca de las 8 de la mañana para poner en orden los baños, ese día no vino. Lo que se deducía en que el hijo de puta que estuvo antes, compañero de culo, no solo me dejo caliente la tabla sino que uso todo lo que quedaba del papel o aún peor: andaría por el sector con el culo cagado.

Lo único que tenía era el celular y lo que llevaba puesto. Empecé a tironear para desgarrar la remera pero pude salir de la crisis con más discreción.
Ese día terminé viudo de una media...

El lado de la toalla fue perfectamente eficaz. Al hijo de puta de la limpieza le dejé la media cagada en el un tacho donde tiramos las toallitas de papel para que la vea y agarré medio rollo de papel que quedaba del primer casillero y me lo guarde para mi. Ojala alguno de los forros con los que trabajo le haya pasado lo mismo que a mi buscando el papel que me acababa de llevar.

Ahora llevo aquel medio rollo siempre a que me acompañe. Y la otra media que me quedó aún la conservo. No sea cosa que tenga que reunirse con su hermana en el más allá.




fuente: http://www.facebook.com/photo.php?fbid=10151178935924005&set=pb.758499004.-2207520000.1358301346&type=3&theater

jueves, 10 de enero de 2013

Maldito, maldito ¼ de helado.


Si hay algo en que nos diferenciemos diametralmente con mi mujer, es en la gula.

De donde yo vengo y lo común entre quienes me crié, las cosas estaban inescrutablemente destinadas a cumplir su función de manera inmediata. Una coca abierta en la vereda para tomar entre amigos era un ritual que terminaba en minutos cuando alguno la "liquidaba" y dejando un poquito de liquido o "los submarinos" arrojaba la botella. Si en casa pediamos helado, el kilo se distribuia entre los comensales y en raras ocaciones se dejaba una porcion en el frizzer para aquel que llegaba tarde y aún más rara vez esa porcion llegaba viva al dia siguiente. Jamás existió el concepto de "gaseosa sin gas" o "lo que quedó del helado". Y todos fuimos felices.

Pero una cultura muy distinta existió en el hogar de mi mujer de la que nunca me percaté hasta que ya fue muy tarde. Ella guardaba las golosinas que yo le regalaba de novio en una cajita con la excusa de esta noche me la como y yo aceptaba el helado que me ofrecian en su casa pero que misteriosamente nadie habia pedido durante la cena. Existía un frizzer allí donde convivian tachos de helados comenzados de sabores ya olvidados y a su lado una alacena de huevos de chocolate que sobrevivian varios meses pasadas las pascuas (en mis circulos Pascua es sinónimo de Lunes de Patada al Higado)

El equilibrio sobrevivió por casi 8 años.

Todo empezó en la mudanza. Entre una de las centenares cajitas que unificaban el gran quilombo que trajo consigo mi mujer, y que merece una historia aparte, habia una de la que sacó un huevo de pascua Bon-o-Bon en perfecto estado y con su envoltura inmaculada y lo depósito sobre la heladera, marca hacia adelante, con la intención estetica de un adorno de cocina.

-Por que no lo pones en la heladera? Y lo comemos a la noche.
-No, el chocolate no me gusta cuando se pone en la heladera (?) No quiero comerlo ahora.

Golosinas de mi mujer añejandose en un estante
Y ahí fue que el huevo residió hasta el final de sus días y se le dio sepultura en un tacho de basura.
Esta actitud de mi mujer, que no pasé por alto, comenzaría a repetirse una y otra y otra vez pero con distintos protagonistas. Pero lejos de contagiarme su manía de acumular para una invernación que jamás iba a llegar, yo cada día me fui volviendo más y más desquiciado con lo que habia en casa. Una vuelta escondio un tacho con 30 bombones en forma de huevitos que compro en las pascuas del año pasado pero que no llegaron a la primavera cuando los descubri y secretamente los hice desaparecer.

Cierta vez que me quedé solo un viernes en casa, ante la paja de ponerme a cocinar, llame al delivery y comí la epica cantidad de un kilo de helado mientras miraba una peli recien bajada. Gordo de mierda? No. Rebelde al injusto sistema de distribucion reinante.
Y entonces se presentó batalla...


La indignación de mi mujer ante este comportamiento hizo cada uno se pida un 1/4 por separado. Pretendía que su porción sobreviva indefinidamente pero no tuvo éxito.
Pero un día llegó el embarazo. Ahora ella tenía un gran justificativo: el antojo. Aquella tradición me ataba de manos cuando pretendia guardar su cuartito de helado por las dudas. Cai entonces en la ansiedad que se saciaba a medias con un paquete de Saladix o algun chocolate en tabla pero con el tiempo estos tambien empezaron a ser terreno de sus potenciales antojos.

Fue entonces cuando empecé a bajarme sus cuartos de helado. Empece con la hipocrecia de pedir 2 tachitos, uno con mis gustos y otro con los suyos sabiendo que me terminaria comendo ambos. Dejé las sutilezas a un lado y cada noche que bajonié su porción me prometi traer uno nuevo al dia siguiente para que no notara la ausencia.


Un dia en el trabajo llego un mensaje de texto:


Mi mujer empezó entonces a revisar periodicamente el frizzer solo para revisar que su tachito siga ahí. A veces lo levantaba con la mano para ver si no estaba vacio y mis métodos ya requerían de una fina estrategia.


Perdi la guerra el día que llegó otro mensaje: